miércoles, 10 de septiembre de 2014

¡Vivir En Pareja!

Repréndelo, pero no te lo tragues!

¿Alguna vez has visto a un regañón en acción? Las personas regañonas son esas que ante una falla ajena se apresuran a reprender y a reclamar sin tener ni una gota de misericordia.
Esto les provee un leve alivio al usar la boca como si fuera un tubo de escape, pues verbalizan de inmediato sus molestias, pero al final, son más los resultados negativos que los positivos.
Por ejemplo, veámoslo en el hogar, ¿qué sucede cuando un esposo, o una esposa, se torna regañón?
Suceden varias cosas que deterioran la relación matrimonial:
1. Se daña el ambiente de armonía y se crea un ambiente pesado que es abono para futuras discordias.
2. Se obstruyen los canales de comunicación y ya no hay confianza para hablar o disposición para escuchar.
3. Se daña la imagen del regañón y su pareja ya no le ve con ternura sino con prevención.
4. Se daña la autoestima del regañado y en lugar de considerarse a sí mismo como alguien valioso con algunos errores se visualiza como alguien estúpido y propenso a errar con frecuencia.
5. Se generan rencores en el regañado que se van acumulando y mutando en deseos de venganza, apatía u odios, pues hay regaños que son humillantes, sobre todo si se hacen en público o en tonos ofensivos.
6. El regaño puede volverse una costumbre, casi una adicción, en la cual incurre el regañón con mucha facilidad y no le permite buscar otras alternativas más creativas de corrección.
7. No logra cambios positivos en el regañado, quien lejos de verse motivado a corregir y mejorar, por el contrario, se siente estimulado a adoptar una mala actitud, de rebeldía.
Antes de lanzarnos a regañar, pensemos por un momento, pues hasta para corregir se necesita sabiduría, ya que hay que saber hacerlo de la manera correcta y en el momento oportuno.
Sobre todo con mucha humildad, echando a un lado la prepotencia y el tonito mandón, que son tan fastidiosos.
El apóstol Pablo aconseja en la Biblia que veamos a los demás como superiores a nosotros, así evitaremos llegar al desprecio.
Hagamos los llamados de atención como quisiéramos que se nos tratara a nosotros mismos.
Fuente:
http://vivelastereo.com/devocionales/?p=5948

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